Los verdaderos amigos/as
Se define según la Real Academia Española como… «que tiene una relación de amistad» y amistad como. “Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato».
La amistad recae siempre en una persona y es, uno de los valores más preciados del ser humano como tal, donde confianza es un valor añadido que forja de forma constante los vínculos entre las personas. Hoy en día, se nos llena la boca de la multitud de amigos que disponemos en las redes sociales, donde lo que importa, es el número de ellos que atesoramos, pero que, realmente no les conocemos ni genera ese vínculo de amistad que es, sin duda, un valor de esencia en la historia de las personas.
Darse cuenta, y valorar que la amistad está por encima de muchas cosas y que tiene un valor como tal y que además, si tuviera un valor cuantitativo, seria infinito. No importa lo lejos que se encuentre o incluso, el tiempo que no se tenga contacto con dicha persona (amiga), solo una palabra de aliento, » Siempre estuve para ti» son momento que realmente quedan en tu interior y das cuenta que por muchos «amigos virtuales» nunca darán favor por ti.
De ahí, quiero trasladaros un cuento que pongo en valor en los talleres y cursos que imparto de todo tipo como elemento de reconstruir el pilar de la amistad real, de la amistad que realmente no quiere cambiarte, sino respetar tus opiniones, tus actos y te escucha cuando quieres consuelo, ese amigo o amiga que no solo está para lo bueno, eso es fácil, sino que esta para estar presente y tenderte el apoyo de escuchar y facilitar el aliento de superación personal.
Todos queremos tener amigos, solo que eso no es importante, lo importante es, querer ser Amigo o Amiga.
Sirva este reconocimiento a mis mejores amigos. A ti que siempre has estado y estarás.
En ocasiones decimos cuantos amigos tenemos y lo buenos que son.
Me preguntó… ¿Quieres tener amigos? O ¿Ser amigo?
UN AMIGO VERDADERO.
“Mi amigo no ha regresado del Campo de Batalla, señor. Solicito permiso para ir a buscarlo” dijo un soldado a su teniente.
“Permiso denegado”, replicó el oficial, “no quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto”.
El soldado, no haciendo caso a la prohibición, salió y una hora más tarde regresó mortalmenteherido, transportando el cadáver de su amigo.
El oficial estaba furioso: “Ya le dije yo que había muerto! Dígame: merecía la pena ir allá para traer un cadáver?”
Y el soldado, respondió: “Claro que sí, señor! Cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme: ¡Estaba seguro que vendrías!
Jorge Moscardó | Coach
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